miércoles, 28 de julio de 2010

¿Maldita lucidez?

A veces entro en crisis y me pregunto qué demonios estoy haciendo con mi vida. Me pregunto por qué trabajo en esto y por qué trabajo tanto ... Suelo pasar unos días pensando en cómo cambiar y cómo mejorar. En algunas ocasiones son pensamientos casi inconscientes, que ocurren en las zonas más profundas del cerebro. Y en algún momento de estas reflexiones existenciales suelo acordarme de los siguientes párrafos. Hablan de la ludicez, de cómo convivir con ella y de lo duro que esto resulta. Son frases que Adolfo Aristarain pone en boca de Federico Luppi en la película "Lugares comunes". Una maravilla de película.

Hoy no me he podido resistir y pego el monólogo de Luppi a continuación:

Uno sabe pero se olvida de que sabe... Esa es la manera de convivir con la lucidez, pero la cosa se complica cuando uno no se puede olvidar. El despertar de la lucidez puede no suceder nunca pero cuando llega, si llega, no hay modo de evitarlo. Y cuando llega se queda para siempre. Se percibe el absurdo, el sin sentido de la vida, se percibe también que no hay metas y que no hay progreso; se entiende aunque no se quiera aceptar que la vida nace con la muerte adosada, que la vida y la muerte no son consecutivas sino simultáneas e inseparables. Si uno puede conservar la cordura y cumplir con normas y rutinas en las que no cree es porque la lucidez nos hace ver que la vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia.


"La lucidez es un don y es un castigo. Está todo en la palabra: Lúcido viene de Lucifer, el Arcángel rebelde, el Demonio… Pero también se llama Lucifer el Lucero del Alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse… Lúcido viene de Lucifer y de Lucifer viene Lux, de Ferous, que quiere decir 'el que tiene luz, el que genera luz que permite la visión interior'… El bien y el mal, todo junto. La lucidez es dolor, y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría, será el placer de ser consciente de la propia lucidez… "El silencio de la compresión del mero estar. En esto se van los años. En esto se fue la bella alegría animal". Pizarnik genial…


…El lúcido puede seguir viviendo mientras conserve el instinto de la especie, el impulso vital. Es muy posible que con los años esa fuerza instintiva y oscura se pierda. Es necesario entonces apelar a algo parecido a la fe. Hay que inventarse un motivo, una meta que nos permita reemplazar el impulso animal que se ha perdido por una voluntad fríamente racional. Pero esa voluntad es un motor muy difícil de mantener. De repente y sin motivo, se va, se apaga, desaparece. Es entonces cuando se sigue o no se sigue, se puede o no se puede. Y si no se puede, no hay culpa. No importa el amor de los otros, ni el amor que uno siente por ellos. Si uno no sigue, todo sigue sin uno y sigue igual. Todo pasa, la ausencia pasa. Se conoce a la muerte antes de morir: es un final antiguo, rutinario y común. Es un final deseado que se espera sin temor, porque uno lo ha vivido muchas veces. Todo da igual…


Después de leer este texto y de recoger los palos del sombrajo que se me han caído, suelo acordarme de mi ex vecino Javi y de su filosofía montañesa. Suele decir (y no le falta razón), que nuestro problema es que pensamos demasiado. A las cabras montesas se les ve felices, según él, y debe ser porque se calientan poco la cabeza... Será esa la bella alegría animal a la que se refiere Pizarnik.

1 comentario:

  1. Independientetemente de lo ya archiconocido de que para que haya felicidad ha de haber infelicidad, porque si no, no podriamos diferenciar, y en gran medida por culpa de nuesra conciencia. Mi lema es el siguiente: "Aprender a vivir pacientemente, expulsando el ego todo lo que pueda hasta darme igual si me humillan o me idolatran, hacer lo que me apetezca sin interferir demasiado sobre lo que me rodea, y pidiendo siempre permiso para entrar y dar las gracias al salir".

    Un fuerte abrazo tío.

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