En junio de 2008 el grupo de ecología terrestre de la Universidad de Granada recibió un encargo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía para diseñar e implementar un sistema de información asociado al Observatorio de seguimiento del cambio global de Sierra Nevada. Se trata de un convenio con un claro y conciso pliego de condiciones técnicas. No os aburriré enumerando dichas condiciones aquí, pero básicamente se resumen en diseñar una herramienta que permita almacenar toda la información generada por el proyecto y además facilite su uso por los usuarios potenciales (científicos, gestores, sociedad en general). Para poner en marcha una herramienta así no es necesario, en principio, desarrollar ninguna tecnología novedosa. Afortunadamente buena parte de las tecnologías necesarias ya están desarrolladas y “sólo” se trata de ponerlas en práctica. En definitiva, y generalizando quizás demasiado, nos encargaron la tarea de hacer una herramienta para gestionar información ambiental.
Simplificando mucho el asunto, podemos decir que el trabajo de estos años se ha desarrollado en dos fases diferentes:
Los primeros meses (casi un año) se dedicaron a diseñar conceptualmente el sistema. Para bien o para mal fui el principal responsable de esta fase. Pensé que sería una buena oportunidad para tratar de poner en práctica una serie de ideas que había ido acumulando durante mi paso por la REDIAM y por esa empresa pública cuyo nombre no se puede escribir en un blog porque si no recibes muchos comentarios en tu entrada y acabas teniendo problemas con todo el mundo ;). Dediqué mucho tiempo y esfuerzo a ordenar esas ideas y a tratar de transmitirlas a los responsables del proyecto. De paso me hice un experto en hacer presentaciones de diapositivas y en elaborar mapas mentales y conceptuales. De hecho, he de decir que hacer presentaciones y mapas conceptuales son mis mayores habilidades profesionales en la actualidad ;). Digamos que fue una fase altamente creativa para mí, ya que requirió un gran esfuerzo de conceptualización de ideas, búsqueda de herramientas para concretar esos conceptos y transmisión del conjunto a los responsables del proyecto. O sea, mucho pensar y poco hacer ...
A continuación, con las ideas más o menos claras y con los recursos económicos necesarios, nos pusimos manos a la obra. Para ello montamos un equipo de trabajo formado por excelentes personas con unas actitudes y aptitudes que encajaban bien con la filosofía del proyecto (libre acceso a la información ambiental y su transformación en conocimiento útil para tomar decisiones). Las ideas anteriores fueron “sembradas” en los miembros del equipo y poco a poco fueron germinando en productos concretos y en otras ideas más elaboradas y específicas. Es decir, en esta segunda fase hemos obtenido los productos resultantes de la concreción de las ideas originales, así como otras ideas tan interesantes o más que las iniciales. O sea, uno siembra ideas y obtiene productos que se pueden entregar (=”deliverables”) más otras ideas deseosas de ser concretadas ...
Y es en este punto (aproximadamente) donde nos encontramos ahora. El 31 de diciembre pasado terminó oficialmente el convenio que nos ligaba con la Consejería de Medio Ambiente. Aunque esa fecha no significa demasiado desde un punto de vista práctico (seguiremos trabajando en 2011), sí que supone un hito importante para nosotros. Creo que estamos en un punto de inflexión del que podemos salir reforzados si somos capaces de extraer conclusiones interesantes sobre lo que hemos producido y sobre cómo lo hemos hecho. Así que con ánimo constructivo, comienza aquí una serie de irreflexiones sobre el Laboratorio de Ecología del CEAMA. Sobra decir que todo lo expresado aquí es única y exclusivamente mi opinión como miembro de dicho equipo de trabajo. No pretendo en absoluto ostentar una opinión corporativa ni del CEAMA, ni del grupo de investigación en el que trabajo. Escribo aquí estas opiniones a modo de reflexión general sobre la forma en la que trabajamos y nos enfrentamos a problemas relativamente frecuentes. Por eso y porque este es mi blog y me apetece hacerlo ;)
Así, sobre la marcha, se me ocurren varias preguntas que intentaré abordar en sucesivas entradas. Seguramente no tienen una única respuesta, aunque lo que importa no es eso, sino el debate que pueda surgir en torno a ellas. Ahí van:
¿Es posible compatibilizar el trabajo creativo de un grupo de investigación con el desarrollo de herramientas prácticas y funcionales?. Esta pregunta se puede formular de otra forma algo más hosca (pero quizás más comprensible): Lo divertido es estar todo el rato inventando cosas nuevas (creatividad), pero lo que realmente incide sobre la sociedad (y por lo que nos pagan ...) es la plasmación de alguna de esas ideas en productos concretos. ¿Cómo lo hacemos para ni caer en el agujero negro del inmovilismo, ni subirnos a la nube del sabio que vive desconectado de la realidad?.
Trabajo en equipo. Se nos llena la boca con la palabra equipo. Y si encima le añadimos el adjetivo de multidiscipinar, pues ya nos da un gustirrinín casi orgásmico. Pero (lo de poner peros es otra de mis habilidades) trabajar en equipo es realmente difícil, por no decir imposible. Creo que sólo las hormigas (y otros bichos realmente sociales) lo saben hacer bien. Los humanos no solemos estar dispuestos a renunciar a nuestra parte del “ego” que se necesita para vertebrar un equipo de verdad. Sin embargo, está comprobado que se generan sinergias enriquecedoras cuando dos o más personas trabajan bien juntas. ¿Cómo se hace?. ¿Surge la sinergia espontáneamente?, ¿Necesitamos un jefe, o un líder...?. ¿Somos un equipo realmente en nuestro laboratorio?, ¿Queremos serlo ...?
¿Crecer o madurar? En clave económica la respuesta sería crecer, siempre crecer. Necesitamos más proyectos, más gente, más recursos económicos. Pero, ¿son igualmente eficaces los grupos grandes que los pequeños?, ¿Queremos crecer o hacer mejor nuestro trabajo?. En realidad, la pregunta correcta es: ¿Seremos capaces de mantenernos sin crecer?. Tal y como está montada esta sociedad, lo realmente difícil es mantenerse. Si haces bien tu trabajo te llegarán más ofertas, más proyectos, más correos electrónicos, etc. Y necesitarás más gente, con lo que estarás cada vez más saturado. Si dices que no a las ofertas, probablemente te quedes sin recursos ... ¿hay solución a esto?.
¿Cómo podemos mejorar la forma en la que nuestros productos llegan a la sociedad?. Y más concretamente: ¿Cómo podemos mejorar nuestra comunicación con los gestores, que son los que financian el Observatorio de Sierra Nevada?. Hemos dedicado mucho tiempo a este aspecto, pero los resultados no son satisfactorios. Puede que lo hayamos hecho mal o puede que el problema esté en otra parte. Comunicar requiere siempre un emisor-receptor y un canal. Así que hay tres posibles candidatos en los que buscar errores y soluciones ...
Abuf, ahora que leo todas las preguntas de una vez me asalta un cierto agobio ;) ¿Qué opinas tú de esto?, ¿se aplican las preguntas anteriores a tu equipo de trabajo?, ¿Tienes alguna respuesta?...