martes, 23 de julio de 2013

Hoy he estado en un tribunal de proyectos de fin de master...

No debería estar escribiendo esta entrada. Ahora mismo debería estar terminando de rellenar la solicitud de un proyecto para conseguir dinero con el que seguir comiendo. Eso con la mano derecha porque con la izquierda debería de estar publicando artículos para mejorar mi curriculum y así estabilizar mi situación profesional (juas). Pero no me da la gana de hacer esas cosas esta tarde. Voy a escribir porque me apetece.

Después de este aviso a navegantes, ahí voy.

Hoy me ha tocado (de rebote, como casi siempre) estar de secretario en un tribunal de proyectos de fin del master de Conservación, gestión y restauración de la biodiversidad. Me tocaba evaluar cinco proyectos completamente diferentes. Como me pasa siempre ninguno de ellos se corresponde con los ámbitos en los que soy experto. Estoy empezando a pensar que no tengo ámbito de experiencia y que como dijo el gran Ángel Felicísimo (@elgolem) soy especialista en generalidades.

Bueno, el caso es que después de leerme los cinco proyectos y de debatir amigablemente con los "masterandos" (seguro que no se dice así), he pensado que quizás se podrían contar los cinco proyectos como si fueran uno (o casi):

Jenaro nos ha contado cómo el tamaño de las hojas, el número de bellotas y de flores del roble melojo (Q. pyrenaica) cambia al hacerlo la altura del robledal. O lo que es lo mismo, es posible parametrizar un modelo que prediga el valor de esas variables en función de factores abióticos (temperatura y humedad del suelo fundamentalmente). Algo parecido ha hecho Carlos, pero cambiando el contexto abiótico del roble melojo. Él ha tratado de establecer una relación entre la presencia de madera muerta (procedente de restos de un incendio) y la supervivencia de plantones de roble. Como era de esperar hay un notable efecto facilitador: las ramas muertas favorecen la supervivencia del roble. También hay cambios en la cantidad de nitrógeno y fósforo en función del tratamiento y de la altura (probablemente detrás de esto se esconda el hecho de que a distintas alturas hay distintos tipos de suelos). Jose Antonio también ha tratado de establecer una relación entre una variable ecológica y una serie de factores (abióticos y bióticos). En este caso se trataba de identificar en qué medida el sobrepastoreo afecta a la supervivencia de las poblaciones del topillo de cabrera. Casi para terminar, Carmen se ha atrevido a simular cómo el suelo es capaz de almacenar carbono procedente de la hojarasca en una plantación de pinar. Por último Jaime ha intentado crear una serie de indicadores que muestran el estado de conservación de una serie de hábitats psamnófilos (arenas y dunas) de la Directiva de hábitats.

¿Y si fuéramos capaces de unir los cinco proyectos y aplicarlos a un ámbito territorial determinado?. ¿seríamos capaces de generar un modelo que simulara el efecto de las variables ecológicas (producción de bellotas, supervivencia, acúmulo de carbono en el suelo, demografía del topillo) en función del contexto abiótico?. Necesitaríamos algunos recursos económicos y sobre todo visión de conjunto, herramientas analíticas potentes y mucha ilusión (la que tienen estos jóvenes investigadores)...

Creo que hacemos una ciencia parcial y sesgada hacia aspectos temáticos y metodológicos muy concretos. Para resolver los problemas de relación que tiene nuestra sociedad con el resto de la biosfera necesitamos (entre otras muchas cosas) integrar la ciencia disponible en modelos complejos que aporten resultados aplicables al territorio.

La imagen de abajo muestra esta idea... Pero chicos, no hagáis caso de lo que digo. En realidad yo soy solo un pringaillo con pocos artículos científicos, así que no tengo mucho criterio para opinar de esto.