viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Cuántos números hay?

Eloi (5 años) lleva un tiempo con mucha curiosidad por los números. En su cole lo hacen tan bien que le enseñan cosas sin que se dé demasiada cuenta. Y poco a poco eso va calando. Es como si le fueran dando lecciones al subconsciente y un día alguna sale a un plano más consciente. En ese momento suena un "Eureka" en su cabeza y se pone muy contento de lo que descubre.

Este verano hemos disfrutado varios Eurekas...

El primero transcurrió en una playa. Estaba él recogiendo conchas y cristalitos. Los puso sobre la toalla ordenados por colores. Y de repente, cuando los contaba, se quedó paralizado de la emoción (sí, la emoción del descubrir). Unos segundos después dijo:

"Mamá, mamá, mira: hay unos números que tienen un número en medio y otros que no"

Su madre no entendía al principio, pero cuando se acercó a la toalla descubrió el misterio. Eloi se había dado cuenta de que al poner tres cristalitos juntos, o cinco o siete, siempre podía separar dos grupos de cristales y dejar uno en medio. Ese era el "número que queda en medio"... Sin embargo, cuando ponía dos, cuatro o seis cristalitos, no era posible dejar uno en medio.

Nuestro pequeño orco acababa de experimentar en neurona propia lo que son los números pares e impares. Lógicamente su madre recompensó su descubrimiento con una explicación sobre números pares e impares. A partir de ese día todo el rato estaba preguntando si tal número (el 80943, por ejemplo) era par o impar. Hasta que unas semanas después de su descubrimiento llegó lo que su madre y yo nos temíamos:

"Papá, el infinito ¿es par o impar?"

Ay, pensé. En estos momentos siempre me acuerdo de los libros esos tan estupendos donde dicen que hay que fomentar la curiosidad de los niños y que está feo eso de decirles "deja ya de de preguntar cosas". Igual tienen razón, pero también es posible que nos estemos pasando...Total, que en ese momento me acordé de +Clara Grima (una estupenda matemática twittera-bloguera divulgadora de pelo rojo) y le pedí ayuda:




Ella contestó amablemente con una respuesta contundente aunque algo difícil de explicar a un niño:

Le respondimos tratando de hacerle ver el concepto de concepto de infinito, pero no se quedó demasiado convencido. Puso cara de "me la estás colando". Y ya me sé yo qué viene después de eso: me la devuelve multiplicada...

Hoy, mientras íbamos al cole en bici (bueno, en bici yo. Mis nenes en remolque, como reyes...), ha sido el día elegido para devolverme el "concepto" de infinito. Estaba yo resoplando con el corazón en la boca cuando va y empieza la siguiente conversación:

Eloi: "Papá, estoy pensando una cosa".
Yo: "(ay madre). Dime hijo..."
Eloi: "Es que no es verdad eso de que haya infinitos números"
Yo (en modo condescendiente): "Claro que sí, hijo. Si te pones a contar desde el uno en adelante, nunca acabarías. Siempre podrías seguir avanzando".
Eloi: "No, no es verdad"
Yo: "Sí, hijo. Hazme caso, soy tu padre y sé más de números que tú"

(bien, ya ha conseguido ponerme donde quería tenerme. Creo que huele el aire de superioridad de los adultos. Y cuando detecta ese olor es implacable: dispara al cuello)

Eloi: "No, te equivocas. Hay solo 10 números: del 0 al 9. Y todos los demás números se hacen mezclando esos. Por ejemplo, once es un uno al lado de otro uno ¿Entiendes?".
Yo: "Pues sí, tienes toda la razón del mundo. No entendía que querías decir"

Y así van pasando los días, entre eurekas y patinazos de su padre... Es curiosos como le gustan los números y no le gustan las letras. No parece tener demasiado interés en aprender a leer. Sin embargo sí que empieza a entender algunos conceptos más complejos de las matemáticas como la multiplicación. Ya entiende el concepto de mitad y de doble y lo usa para hacer sumas sencillas. Pero aún le cuesta escribir palabras algo más complejas que su nombre.

Mientras, Mario (2 años) también ha aprendido a contar. Pero lo hace a su manera, con un nuevo sistema numérico. Para él solo existen los números 1, 2, 5 y 7. Parece que no le gusta como suenan los demás... Su cabecita todavía no se ocupa de esas cosas. Él está ahora muy entretenido con el concepto de comparación. El otro día, por ejemplo, su madre le preparó un bocadillo de paté. Él al verlo por primera vez, lo abrió y dijo:

"Mamá, parece caca de gato"

Nunca ha visto la caca de gato, pero el tío hizo la comparación con una componente de sorna bien evidente. Después de decir esto, metió el dedo en el paté (=caca de gato) y se pintó los labios...

Bueno, hasta aquí la historia de hoy...

Prometo que la próxima entrada irá sobre cuestiones laborales (espero que interesante)






domingo, 16 de febrero de 2014

Gracias por mi (nuestro) curriculum.


Los que me conocen saben que estoy empeñado en la palabra "nosotros". Es casi obsesión lo de trabajar en equipo y tratar de canalizar el potencial y el ego del individuo a través del trabajo grupal. No os creais, no es modestia ni humildad. Es en realidad una forma algo rebuscada de egocentrismo. Pero bueno, me lo perdono. 

El Curriculum académico es el paradigma de lo que no me gusta. Consta de una serie de méritos en los que aparece tu nombre en primer lugar: artículos científicos, charlas, comunicaciones a congresos, libros, etc. Si tu nombre no está, no existes. Eres mejor científico cuanto mayor es el número de referencias con tu nombre. Y si además esos productos tienen tu nombre escrito en inglés, pues mejor que mejor. Al final el trabajo científico consiste en conseguir muchos méritos. Se han perdido en buena medida los objetivos del bien común que persigue la ciencia: generar conocimiento para la sociedad y aplicarlo. 

El caso es que, dada mi trayectoria profesional, mi curriculum no es gran cosa. Sí, ya sé que alguno dirá que eso del "nosotros" y la transferencia de conocimiento a los gestores (del medio ambiente) es una excusa cutre para tratar de explicar mi pobre curriculum. Y tienen razón los que lo dicen (más o menos). Tengo pocas publicaciones científicas y menos aún en las que mi nombre aparezca el primero. Pero aún así hace unos meses decidí intentar acreditarme por la ANECA. La acreditación consiste en que preparas un dossier enorme con tus méritos y los presentas a una agencia que decide si eres apto o no para ejercer de profesor en una universidad de Españikistán. La verdad es que no confiaba yo en conseguir la acreditación. Sin embargo ayer recibí una carta en la que se aceptaba mi solicitud. Y ahora soy un flamante "profesor contratado doctor" (que no cunda el pánico, podéis seguir tuteándome). 

Después de la sorpresa y la alegría iniciales, he pensado dos cosas que quería dejar por escrito:

La primera es que mi curriculum no debe de ser tan malo para que unos señores muy sabios hayan considerado que merezco la acreditación. Se ve que las publicaciones que tengo no son tan pocas y que otras cosas que hago (y que suelo despreciar) no son tan inútiles: reuniones y saraos en el extranjero, presentaciones, networking (=chicoleo), etc. Para ser una primera conclusión no es muy elaborada, no. Es casi obvia, de hecho.

La segunda sí que es más importante (creo). He sido consciente de que "el sistema" al que tanto critico ha tenido a bien valorar el trabajo de alguien que aparece como segundo o tercer autor en más de la mitad de los méritos de su curriculum. Y si lo han valorado positivamente es que han considerado que lo de trabajar en un equipo tiene su importancia. O sea, que no solo se avanza siendo el primero y regando únicamente tu jardín. También se puede avanzar contribuyendo a regar el jardín de otros... Y esta conclusión me ha encantado.

O sea que, en realidad, no me he acreditado yo. Nos hemos acreditado todos los que firmamos en los méritos que incluí en el dossier. Así que desde aquí, un gran enhorabuena a todos (son muchos para enumerarlos). Pero sobre todo, un más grande aún GRACIAS. Me ha encantado trabajar con todos y cada uno con los que he firmado algo (desde 1998 hasta ayer mismo).

Una de cal y otra de arena

Los dos o tres asiduos lectores de este blog habrán notado a estas alturas que trato de contar la parte divertida de ser padre. A veces es divertido de verdad y a veces es irónicamente divertido. Pero también hay momentos en los que te apetecería dejar de ser padre. Y otros en los que lo dejarías todo por tus vástagos...

Hoy tocan dos ejemplos de los últimos. Una de cal y una de arena. Nunca supe bien cuál es la buena, la cal o la arena. En este caso la de cal es la mala:

Lunes 10 de febrero de 2014; 7:54 A.M. (hora de ir al cole)

Yo (cambiándole el pañal a Mario en el baño): Eloi, por favor, quítate el pijama y vístete. Tenemos que ir al cole



  • Eloi: ...
  • Yo: Eloi, vístete.
  • Eloi: ...
  • Yo: me estoy enfadando. Por favor, hazme caso y quítate el pijama o irás al cole con él puesto
  • Eloi: ...
  • Yo (sí, pasó lo que era de esperar, perdí los nervios y le grité con voz atronadora): ¡¡¡ ELOI !!!, ¡¡¡VÍSTETE YA!!!
  • Eloi: aaagghhh (llantina). No quiero, no me gusta, no quiero ir al cole
  • Yo (avergonzado y enfadado conmigo mismo por haberle gritado): Eloi cariño, ¿Qué te pasa?. Llevas toda la mañana quejándote sin razón (no había querido ni biberón, ni desayunar ni nada de nada). No es normal. Tú siempre te portas bien. ¿es que te duele algo?
  • Eloi (entre sollozos y enfadado): Sí papá. ¡¡¡Me dueles tú!!!
  • Yo: ... (entre sollozos)


No sé de dónde se sacó la frase. No creo que la oyera en ningún otro sitio. El tío fue capaz de verbalizar la ira y el enfado que tenía contra mí por haberle gritado. Y uso una frase llena de sentido que se me clavó bien dentro.

Pero no hay cal sin arena:

Jueves 13 de febrero de 2014; 20:45 (hora de dormir)

Después de cenar Eloi se toma un biberón (no lo perdona nunca. La "leche" puede ser de avena, almendra o incluso de vaca. Pero  siempre ha de tener una cucharada de miel y un poco de canela. Tengo por hijo un orco gourmet). Se lo toma tumbado en el sofá, tapado con su manta favorita. Después de tomárselo toca ir a hacer pipí y lavarse los dientes:



  • Yo: Eloi, venga guapo vamos a hacer pipí.
  • Eloi: Papá, tengo mucho sueño. Llévame en brazos por favor.
  • Yo: vaaaaaale (y lo cargo en brazos hasta el baño)
  • Eloi: aaaahhh (bosteza y se saca la churra. Se pone a hacer pipí sin sujetársela. Es así de chulo)
  • Yo: Eloi, por favor, no hagas eso que si no lo ensuciarás todo.
  • Eloi: Es que tengo mucho suelo.
  • Yo: anda anda lo que tienes es mucho morro (y redirijo el chorro como puedo).
  • Eloi (mientras yo sacudo su churrita): Papá, ¿sabes que estoy muy contento de que seas mi padre?
  • Yo: ... (entre sollozos)


Y así van pasando los días, entre cales y arenas. Hoy ha aprendido a montar en bici sin ruedecitas pequeñas. En un suspiro estará subiendo puertos y humillando a su viejo padre ;)

Mientras, Mario, ha aprendido a decir "sí":


  • Yo: Mario, ¿quieres un yogur?
  • Mario: (es un sí con seguridad, pero con la "s" poco marcada. Mezclada con "t")
  • Yo: vale, ¿quieres un bocadillo de calamares?
  • Mario:
  • Yo: Ya, ¿te apetece quizás un zumo de pipí de rata?
  • Mario (con cara de no entender nada, pero muy firme en sus convicciones):


Está algo confundido aún, pero le pillará el truco (por su bien). Ha aprendido a distinguir la entonación interrogativa y siempre responde con un sí. Me recuerda a mí mismo cuando me proponen dar una charla, ir a una reunión o meterme en cualquier charco ;)