martes, 12 de abril de 2011

¡ Asnos estúpidos !

Hoy (12 de abril de 2011) es un día curioso, con una interesante carga de efemérides y de noticias importantes. O al menos a mí me lo está pareciendo:
  • Se cumplen 50 años del primer viaje espacial de la historia de la Humanidad. El señor Yuri Gagarin despegó por primera vez los pies de la Tierra y fue la primera persona en ver nuestro planeta desde fuera. Y lo hizo de verdad, sin usar el google earth ni nada por el estilo ;)
  • También hoy hace 30 años del primer vuelo de los transbordadores espaciales de los Estados Unidos, que han sido probablemente los mejores instrumentos para la investigación espacial en todo este tiempo.
  • Dentro de unos pocos días, el 26 de abril, se cumplirán 25 años del mayor accidente nuclear de la historia, ocurrido en Chernobyl en 1986. Como consecuencia de una serie de imperdonables negligencias se produjo una terrible explosión en el reactor número 4 que provocó una masiva contaminación radiactiva que afectó a decenas de miles de personas. Ayer vi (gracias Blas) este documental donde se muestra parte de la historia, llena de errores homicidas y también de actos heroícos, que despiertan sentimientos contradictorios de vergüenza por pertenecer a esta especie y orgullo por el comportamiento de algunas personas.
  • Hoy el gobierno japonés ha reconocido por fin que el accidente de Fukushima es de nivel 7, o sea equivalente al de Chernobyl, aunque dicen que "sólo" se ha emitido un 10% de la radiactividad que se generó en la planta ucraniana.
Una interesante combinación de viajes espaciales y energía nuclear. Esta mezcla de sucesos me ha recordado un relato corto de Asimov que no tiene desperdicio. Ahí va, tal cual, sin ningún aditivo ;)

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federacion Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados anteriormente: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biodísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo.
Sin embargo, en el libro pequeño no había habido que tachar jamás ninguno de los nombres anotados.

En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantaba la vista, notando que se acercaba un mensajero.

-Naron -saludó el mensajero-.¡Gran señor!
-Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.
-Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.
-Estupendo. Estupendo. Actualmente ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son ésos?
El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión.
-Ah, sí -dijo Naron-. Lo conoco. -Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.
Escribió, pues: La Tierra.
-Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord.
Ningún otro grupo ha pasado de la inteligencia a la madurez tan rápidamente. No será una equivocación, espero.
- De ningún modo, señor - respondió el mensajero.
- Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?
-Sí, señor.
-Bien, ése es el requisito. -Naron soltaba una risita-. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.
-En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los Observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.
Naron quedó atónito.
-¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?
-Todavía no, señor.
-Pero si poseen la energía termonuclear,¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?
-En su propio planeta, señor.
Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:
-¿En su propio planeta?
-Sí, señor.
Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable como nadie en la galaxia.

Asnos estúpidos!- murmuró.

Fin.
Comentario de Isaac:
Me temo que éste es otro cuento con moraleja. Pero verán ustedes, el peligro nuclear escaló puntos cuando Estados Unidos y la Unión Soviética, cada uno por su parte, construyeron la bomba de fusión, o de hidrógeno. Yo volvía a sentirme amargado.


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