Hoy es el último día de trabajo de tres compañeros del laboratorio de ecología del CEAMA. Irene, Ricardo y Pablo se van porque se les acaba el contrato. No tenemos dinero para seguir pagando su sueldo.
Los tres participaron activamente en el diseño y puesta en marcha del Observatorio de cambio global de Sierra Nevada. Pablo trabajó poniendo en marcha una base de datos que almacena información procedente de más de 60 estaciones meteorológicas de toda Sierra Nevada. También contribuyó a crear mapas climáticos de todo el territorio con una resolución temporal de 10 m. Ricardo inició una prometedora línea de investigación sobre las relaciones entre la parte ecológica del cambio global y la socioeconómica. Contribuyó a crear un sistema de indicadores socioecológicos para Sierra Nevada y también avanzó en la cuantificación de algunos servicios ecosistémicos. Por último, Irene fue la responsable de la recopilación de información histórica sobre cambios de uso del suelo en Sierra Nevada. Su trabajo retrospectivo nos ha permitido aprender, entre otras cosas, que los usos del suelo pasados son importantes en los procesos ecológicos que observamos en la actualidad.
Los tres hicieron su trabajo estupendamente bien. Se aventuraron en líneas de trabajo totalmente novedosas para nosotros y para ellos. Fueron muy valientes. Los resultados que obtuvieron constituyen piezas de referencia clave para el Observatorio de Sierra Nevada y para nuestro laboratorio de ecología. Pero esta entrada no trata sobre cómo convirtieron su sueldo en resultados tangibles. Trata más bien de lo que nos regalaron:
Irene nos regaló constancia, serenidad y una gran empatía. Su capacidad de ponerse en el pellejo ajeno hace que la comunicación sea efectiva con solo una mirada. Estuvo con nosotros desde el principio, cuando empezamos a definir qué era iecolab. Su visión de la participación pública en la gestión de los recursos queda en nuestro plan estratégico (virtual...). Además, su inocencia legendaria nos hizo reír mil veces ;).
Pablo nos ha dado cada día una lección de humildad que no deberíamos olvidar. Su trabajo callado, sin una sola salida de tono en dos años es un ejemplo de modestia y aceptación. Su capacidad casi zen de apaciguar su ego es legendaria ... También su despiste crónico ;)
Ricardo nos regaló la ilusión y la dedicación del que sabe muy bien que allí fuera está el infierno laboral. Creyó en este nosotros desde antes de estar dentro, cuando aún peleaba en la trinchera. Su valentía a la hora de enfrentarse a retos nuevos (personales y profesionales) es otra gran lección que nos quedamos. Inasequible al desaliento, como siempre.
Con ellos se va un trozo del nosotros que intentamos construir juntos cada día. Nos quedamos con su generosidad: pensaron más en el nosotros que en ellos mismos. Los tres aportaron las vocales de la palabra equipo. Y gracias a eso contribuyeron a que iecolab fuera un sitio mejor donde trabajar. Ahora os toca cambiar de vida. Y a nosotros aprender de vuestras lecciones.
Gracias de corazón por haber estado y sido. Fue un honor.
P.D.1: Otros antes se fueron. Unos por decisión propia y otros por otras razones que no vienen al caso. Todos dejaron su huella en iecolab, aunque nunca lo haya escrito por aquí (aún). Pero nunca antes hemos tenido una sensación de cambio de ciclo tan fuerte como hasta ahora. Una rara mezcla de vértigo, desgarro y renacimiento.
P.D.2: Aunque no puedo evitar la componente sentimental de esta historia (se nota que los quiero un poco), esta entrada pretende ser una descripción más bien poco objetiva de las aportaciones que las personas hacen a los equipos de trabajo. Por tu sueldo ofreces no solo un trabajo concreto y cuantificable, también aportas tu forma de ser y de estar en el contexto sociolaboral en el que pasas muchas horas todos los días. He querido resaltar las aportaciones que desde lo personal han realizado Ricardo, Pablo e Irene a nuestro laboratorio de ecología. Estas aportaciones no se almacenan en una base de datos ni en un disco duro. Se guardan en otros sitios ...
Joder Curro, imagino que te ha debido costar mucho escribirlo (o muy poco). Suscribo todo lo que dices (yo no habría podido escribirlo). Un abrazo, y ánimo con lo que viene...
ResponderEliminarPoco y mucho, tu lo has dicho. Abrazote.
ResponderEliminarYo suscribo todo lo que has dicho, muy bien dicho. No hay por qué ser objetivos tratándose de amigos queridos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Pepa
Muchas gracias, trabajar con vosotros ha sido un sueño hecho realidad. Un fuerte abrazo.
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