sábado, 12 de septiembre de 2009

Sobre cigarras y hormigas...

Desde pequeños nos han contado la fábula de la cigarra y la hormiga. Esta última sacrificaba su bienestar presente por una supuesta felicidad en el futuro (el duro invierno). La cigarra despilfarraba los recursos sin pensar en que existe un después. Al final la cigarra afrontaba el invierno sin comida y tenía que pedir sopitas a la sacrificada (y solidaria) hormiga.

Cambiaría algunas cosas para adaptar esta fábula a cómo veo esta sociedad:

Para mí, la hormiga es la que trabaja pensando en el entorno social en el que se desenvuelve. Trabaja porque se cree lo que hace. Y en su día a día no suelen caber preocupaciones sobre su supervivencia como individuo. Hay muchas hormigas por ahí fuera, en las sociedades humanas. Es gente que trabaja porque sí, porque cree que es posible cambiar el mundo. O simplemente porque les gusta lo que hacen. Así de sencillo. No es necesario incorporar una connotación de heroicidad o altruismo en estas hormigas. Simplemente obtienen su satisfacción de esa manera. No suelen preocuparse su bienestar profesional, lo que en ciertos ámbitos implica no dedicar demasiado esfuerzo a engordar su curriculum y así poder conseguir un trabajo fijo, o una mayor remuneración o una dosis de engorde de su ego, etc.

Supongo que los padres de estas hormigas inculcaron esos comportamientos a sus hijos. Seguramente les decían que les iría mejor siendo hormiga que cigarra. Creo que se equivocaron.

A las hormigas no les va bien... La sociedad se beneficia de su esfuerzo, pero no se ocupa de ellas. La sociedad sólo premia a las cigarras. En nuestro ejemplo, una cigarra es aquella persona que se preocupa por su bienestar profesional y dedica cierto esfuerzo a decir qué bien hace su trabajo. No me refiero a los trepas que se aprovechan del trabajo de otros, para nada. Mi cigarra es un gran profesional que hace bien su trabajo, pero que también se encarga de que los demás sepan lo bien que lo hace. Esta cigarra conseguirá engordar su curriculum, su ego y probablemente le hagan fijo antes que a una hormiga equivalente en aptitudes.

Nuestra ajetreada sociedad no está preparada para valorar el trabajo callado de las hormigas. Si no demuestras lo que vales, nadie mirará desde arriba tu trabajo y te dirá lo bien que lo haces. Hay muchos dichos populares que avalan esto: "no sólo hay que ser bueno, sino parecerlo", o "el que no llora no mama", etc. Creo que esta tendencia de nuestra sociedad de premiar a las cigarras es tan exagerado que a veces premia a aquellas cigarras que sólo sacan pecho. Las que sólo parecen ser buenas sin serlo. Pero esa es otra historia.

Llevaba tiempo dándole vueltas a esta irreflexión. Hasta que el otro día leí un artículo en microsivervos sobre Alan Turing. Este hombre fue uno de los padres de la computación moderna. Era matemático, filósofo, y unas pocas cosas más. Ha pasado a la historia porque fue el sabio que logró descifrar los mensajes que los nazis enviaban gracias a la mítica máquina "enigma". Su trabajo cambió el curso de la segunda guerra mundial. Al leer el artículo me imaginé a un hombre callado que hacía su trabajo con devoción y quizás desinteresadamente. Una auténtica hormiga. Se suicidó en 1952, dos años después de que lo condenaran por comportamientos indecentes (era homosexual ...) y le obligaran a inyectarse hormonas para "corregir" tal disfunción. Cuando leí esto, pensé que se suicidó al ser consciente lo ingrata que es la sociedad humana al trabajo de las hormigas...

En fin, ireflexiones de sábado ...

(no sé cómo le contaré la fábula a mi hijo ... Creo que optaré por no contársela y que lo descubra él mismo ;)

1 comentario:

  1. Estoy en parte de acuerdo con lo que dices estimado compañero, como bien dices hay hormigas en nuestra sociedad en lo que a trabajo se refiere. Pero no hay hormigas en lo que a comunicación y organización se refiere, es deicr no hay hormigueros, por lo que nunca se va a ver reflejado su trabajo si estos no existen.

    Yo creo que tenemos la herramientas para que haya buenos hormigueros, incluso interconectados (vi un documental en, creo que Australia, de redes conectadas por hormigueros a kilometros de distancia, era impresionante la capacidad de interconexión).

    Con lo que iba, lo que le ocurrió ha este gran matemático, filosófo, maquina de trabajar y pensar, fue "mala suerte". Ya que tener una condición sexual (enfermedad en ese tiempo) en un entorno no preparado, ignorante, donde tampoco había hormigueros como el grupo COLEGA (colectivo de gays y lesvianas), por decir algo, le suspuso el sometimiento por el resto de cigarras o lo que fuesen. Ahora hay muchos hormigueros conectados y es más raro que eso ocurra.

    Así que, desde el punto de vista humano hay que ser hormiga siempre que haya hormiguero, si no implica satisfacción personal y frustración en lo colectivo. Al fin y al cabo creo que es cuestión de rememorar estos acontecimientos, corregir las incorrecciones y paciencia para modificarlas, pero siempre desde los hormigueros, como medio físico un poco oscuro y anaerobio, pero como ente funcional creo que no está mal.

    Buena irreflexión curret

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