A veces me hago preguntas tontas. Hoy viernes toca una: ¿qué define a los jefes?, ¿hay algún patrón común en ellos?, el jefe ¿se nace o se hace? ;)
Obviamente me refiero a la parte que no nos gusta de los jefes (no hablo de los míos, por supuesto, que son todos maravillosos). Me refiero a aquellos rasgos de su carácter que suelen ponernos los pelos de punta.
Hace unos meses, en una salida al campo, un jefazo bromeaba diciendo que el jefe es siempre el que mejor sabe defenderse. Puede que tenga razón. Un jefe sería entonces una especie de triunfador de una guerra sin cuartel, al estilo de "sólo puede quedar uno".
Pero a mí me gusta otra definición de jefe. O mejor, un rasgo propio de ellos: suelen olvidarse del esfuerzo real que implica hacer un trabajo determinado. Algunos lo han olvidado, pero otros nunca lo supieron (estos son realmente temibles). Un buen jefe suele tener una capacidad ilimitada de meterse en charcos (=fregaos = marrones), sin caer en la cuenta de que serán otros los que saldrán de ellos y sin recordar lo profundos que suelen ser dichos charcos.
En el fondo, creo que el problema está en la forma en la que nos comunicamos y en la forma en la que se coordinan-dirigen los proyectos. Al final el día a día de un coordinador no le permite recordar cuánto esfuerzo cuesta hacer tal o cual cosa. Su realidad es otra.
El caso es que pensando en esto me he acordado de algo que escribió Joaquín Araújo en su blog de elmundo. Venía a decir que nunca sería ministro de medio ambiente (=supermegajefe). Básicamente porque piensa que "uno sólo debajo de tí y serías injusto". ¿es posible sir jefe sin que tus compañeros se consideren subordinados y que maticen o limiten sus opiniones por no incomodarte? ¿es posible ser jefe sin ser injusto? ... Bueno, al final terminamos con una pregunta que no era tan tonta...
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